El correo electrónico como prueba en los procedimientos judiciales

El empleo de correos electrónicos como prueba documental en procedimientos judiciales resulta cada día más extendido.

Al resultar un soporte probatorio de fácil acceso y que en muchas ocasiones redunda acreditativo de las relaciones mantenidas entre las partes al tratarse, en la mayoría de los casos, de una declaración de voluntad de quien la emite. Pero la facilidad de acceso, lleva aparejada también una seria posibilidad de manipulación.

Como prueba, la aportación de correos electrónicos resulta perfectamente válida en juicio, siempre y cuando se ponga a disposición del juzgado el código fuente que, de darse el supuesto de que fuera necesaria la práctica de un informe pericial, permitiría acreditar la identidad de la dirección de correo del emisor del mensaje, la identidad del equipo desde el que se emite, la identidad del servidor del correo saliente, la identidad del servidor del correo entrante y la fecha y hora del envío y su recepción.

La autenticidad del correo electrónico

En cualquier otro caso el juez puede no admitirlo como prueba si no resulta acreditada la autenticidad del envío por parte del remitente o de su contenido, dependiendo del supuesto que en cada caso se trate. Es decir, valdría para su inadmisión, en principio, ya a expensas de la valoración que con el resto de la prueba lleve a cabo el juzgador, que el supuesto emisor del mail negara la autenticidad del mismo. Sobre todo en el caso de reenvíos en los que resulta más sencilla la manipulación.

Una manera de evitar esta circunstancia, sobre todo en los casos en los que por la conflictividad del asunto se pueda prever o cuando menos advertir la posible aparición de problemas respecto de la prueba del correo electrónico, es acudir a los servicios de empresas de certificación de mails, ya que estas empresas emitirán en su caso un certificado acreditativo del contenido del envío, de su emisor, de la dirección de correo del receptor y de la fecha y hora del envío y de su recepción.

Esta prueba resulta, evidentemente, más complicada de ser impugnada en un juicio.